referencias

Referencias críticas

Obra poética y narrativa de Ingrid Odgers

Comentario Novela "De tu sangre cautiva"

De tu sangre cautiva cumple con su obsesión, su desangramiento nos mantiene cautivos hasta el final, porque sumerge al lector en ciertos procesos humanos complejos, difíciles de acompañar: la escritura donde la amistad se vincula al amor y a la crisis valórica del mundo actual. Isabel decide escribir una novela sobre la amistad que ella ha mantenido con Pedro toda la vida. Estos amigos han dejado de verse hace 30 años, y se reencuentran en un congreso de escritores. Sin embargo, Isabel es asaltada por una voz íntima que se pregunta, insistentemente, sobre el proceso escritural....Ingrid Odgers narra con poesía e inteligencia una historia antigua y apasionante: la intensa amistad de dos seres encadenados por las letras, asumiendo que sólo se tiene que ver lo suficiente para saber que se ha perdido y que eso es una enorme ganancia. La exquisita sensibilidad de esta excelente narradora latinoamericana se vuelve un bálsamo en los duros tiempos actuales, donde por lo menos nos queda llorar con lápiz y tinta.

Karina García Albadiz

Magíster Interdisciplinario en Estudios Humanísticos

Universidad ARCIS, Chile; sede Valparaíso

ayutun@gmail.com

grupocasaazul@gmail.com

Karina García Albadiz

Magíster Interdisciplinario en Estudios Humanísticos

Universidad ARCIS, Chile; sede Valparaíso

ayutun@gmail.com

Valparaíso, 17 deOctubre de 2008

Karina García Albadiz

Magíster Interdisciplinario en Estudios Humanísticos

Universidad ARCIS, Chile; sede Valparaíso

ayutun@gmail.com

Valparaíso, 17 deOctubre de 2008

“MÁS SILENCIOSA QUE MI SOMBRA”

de Ingrid Odgers Toloza

Iniciamos este comentario teniendo presente que según el pensamiento de Roland Barthes la intención de un autor al escribir una obra, no es el único anclaje de sentido válido a partir del cual se puede interpretar un texto. Barthes, considera que se pueden encontrar otras fuentes de significado y relevancia en la literatura, debido a que el significado no lo entrega el autor sino que es creado en forma activa por el lector a través de un proceso de análisis textual. Es decir, un texto puede tener diversos significados dependiendo siempre de la reacción que tenga el lector ante la obra literaria. Considerando la pluralidad de significados que ofrecen las historias, entregaré a continuación un breve análisis de la obra “Más silenciosa que mi sombra” de Ingrid Odgers.

La autora plantea una visión de la escritura y de la cotidianeidad que es femenina, lo que implica, censura y abandono de lo patriarcal, una negación de los arquetipos existentes. Denuncia las formas de cultura y de pensamiento que sobreelevan lo masculino como visión de mundo.

Técnicamente, el estilo de la autora es indirecto, narrador (a) protagonista. Verónica es el personaje central, quien nos relata su propia historia, lo que le ocurre, lo que hace y lo que siente. Su vocabulario es coloquial y culto. Describe con exactitud personajes y hechos. La atmósfera que predomina a través del libro es de extrema soledad interior. El tono contribuye a la atmósfera por la forma en que la autora nos narra la historia.

En cuanto al contenido, el tema principal : la vida de una mujer, sus relaciones de pareja, sus sueños, esperanzas y decepciones está fuertemente enlazado a una espera conciente o no, de la plenitud del amor, se advierte un anhelo íntimo, desgarrador que nace de la intensa soledad que tan bien retrata la atmósfera en la que se desenvuelve la historia.

Ingrid Odgers, es una autora cuya actitud ante su obra es nostálgica, íntima, despliega una literatura que emociona al lector (a). Presenta con destreza un trabajo reflexivo, creativo. Destaco, como en toda obra de Odgers, el tono que mantiene durante el transcurso de toda la historia.

En la estructura narrativa de esta obra literaria existe una extraordinaria fluidez, todas las acciones ostentan una naturalidad que permite ese goce que el lector(a) desea encontrar: lo mantiene atento (a) y puede reconocer el procedimiento literario a que se someten los hechos, se rinde ante la trama, de la cual llega a sentirse partícipe. El lector (a) asimilará perfecta y fácilmente el universo interior de la protagonista, y se impregnará del vacío, la desolación y la entereza.

Una novela para leer y reflexionar. Un nuevo y valioso aporte de Ingrid Odgers a la literatura nacional.

MARÍA CRISTINA OGALDE CÁRCAMO

escritora, narradora y crítica literaria

Directora-editora Ediciones La Silla del BíoBío

Talcahuano, Enero 2006

ARTICULO DIARIO "EL SUR" de Concepción Concepción, Chile, jueves 15 de junio de 2006 DIARIO EL SUR

Ingrid Odgers

Poesía descarnada con aroma de mujer

Poesía directa, fuerte y con una potente impronta feminista es lo que consigue la escritora Ingrid Odgers Toloza en su más reciente libro titulado “En las frías rodillas del mundo”, publicación que será lanzada hoy, a las 19 horas, en el Café Literario de la Alianza Francesa (Colo-Colo 1) La a ctividad contará con la presencia del poeta Nicolás Miquea Cañas, Premio Municipal de Literatura 2005, quien elogió la osadía de la obra de Odgers señalando que “no tolera máscaras ni medias tintas. Estos poemas no son moneditas de oro para agradar a todo el mundo, ni epigramas livianitos de sangre para intercambiar formalidades.” Se trata del duodécimo texto escrito por Odgers y editado en forma independiente por la editorial La Silla. Entre sus logros anteriores está el Premio Consejo del libro 2002, el primer lugar en el Tercer Concurso Nacional de Poesía y Cuento Magoeditores 2005, una invitación al Encuentro Mundial de Poetas Mujeres en Oaxaca, México y la dirección del Sindicato Regional de Escritores del Biobío. Además en sólo una década de trayectoria ha sido invitada a distintas Ferias del Libro y citada en antologías y estudios literarios. Respecto al texto que incluye 30 poemas extensos, Odgers comentó que su temática es “la cosmovisión femenina, la mujer enfrentada al sistema establecido con la voz de su cotidianeidad. Se trata de una escritura bastante agresiva que intenta romper con el silencio milenario al que ha estado sometida”. “Este trabajo nació de la experiencia del dejar fluir de la conciencia, lo que se conoce como escritura automática. No está pensado en la forma literaria”, dijo la poeta, quien manifestó su preferencia por autores masculinos como Enrique Lihn, Arthur Rimbaud y Gonzalo Rojas. 2006 Todos los derechos reservados para Diario El Sur S.A.

BREVE APROXIMACIÓN A UNA VOZ PARTICULAR NACIDA EN CONCEPCIÓN DE CHILE

Situada en los bordes, en la ya característica marginalidad de los escritores y escritoras de región, Ingrid Odgers, poeta, narradora pertenece a una generación de ignorados escritores(as) de Chile que irrumpe a mediados de los noventa tras un largo silencio sólo explicable por el tráfago cotidiano del sustento y la prisa o la búsqueda íntima de la fuerza para salir al exterior y expresar su intenso mundo interior.

Desde Ángel dormido, Bajopiel y Copa de invierno, hasta Memoria de un juego, y su último poemario, existe en esta escritora una evolución literaria, una profundización interior, originada en el perseverante estudio, lectura y reflexión del acontecer cotidiano y propio sin demarcaciones, sin prejuicios, sin desechar la sangre de los versos y recolectando del fuego la sutil belleza de las cenizas para transformar su obra en un sólido aporte a las letras regionales. Hay sin duda en Ingrid una valentía, un ardor que le permite un renacer escritural día a día, una práctica plagada de múltiples voces que muestran y demuestran la multiplicidad de la poesía, que se hace imprescindible destacar. Es una voz de mujer que ha publicado numerosos libros, en distintos géneros. De sus libros de poemas: En Bajopiel, y Copa de invierno, da cuenta de una sensualidad y sensibilidad que traslada a La extraña barca del olvido, al Retorno del ángel y a La llave de la otra historia, sin dejar de reconocerse en el otro, en la otra, se reparte en el paisaje. El dolor del ser humano lo transmuta en el goce derivado del encuentro de los cuerpos. La poesía de un alto erotismo la estampa en El retorno del ángel donde cincela un energético comienzo de la vida junto a un deambular por laberintos de duda y dolor coronados por un sino incomprendido. Ella afirma “la poesía emerge como bálsamo sanador en la experiencia catártica de la escritura….”

En su poesía “Naúfragos en la ciudad” evidencia su compromiso social y denuncia la discriminación existente en el sistema de vida actual, lo manifiesta en sus versos, exenta de pudor, en un espacio geográfico carente de cotas tal como hicieran grandes precursores de la poesía social. Al decir del poeta Jaime Valdivieso “…sale limpiamente de esta prueba…”

El destacado poeta Nicolás Miquea en el prólogo del libro “En las frías rodillas del mundo”, un verdadero torrente de poesía, indica: ”…estos poemas no son moneditas de oro para agradar a todo el mundo ni epigramas livianitos de sangre para intercambiar formalidades. …..”, “……….Este es un poemario que no tolera máscaras ni medias tintas”. Se puede agregar que es un objeto artístico producto de la práctica de la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), que influyó en la formulación de la teoría surrealista de André Breton (autor del Manifiesto surrealista).

De Memoria de un juego, uno de los grandes poetas chilenos, Juan Cameron dice: La palabra es un acto de amor, no cabe duda. Y el deseo por ella, nos lo dice Ingrid Odgers, se convierte en el oficio y el objetivo de la existencia. Preocupación constante en nuestros creadores -véase por ejemplo a Óscar Hahn en su Arte poética o al hiperbólico Gonzalo Rojas - en Ingrid deja una mancha transversal frente a la cual los objetos resultan una mera sucesión de nombres, nada más. Enumeración caótica, si se quiere, las cosas del mundo constituyen apenas el registro vivencial, las huellas sobre la arena que a través del tiempo permanecen, como simples sombras o cenizas, para dar cuenta nuestro paso: “árbol y hoja/ pandero y flauta/ todo sucumbe al tono y al ritmo”. Tal vez para medir el alcance de la palabra, en este mundo actual vaciada ya de significado, sea necesario volver a la filosofía, volver a pensar a través de ella. “En el claroscuro de su gabinete comprende que tal enumeración no es caótica por pertenecer, los sustantivos expuestos, a un orden distinto; sino por constituir el reflejo de este sin sentido. En definitiva, parece que la poesía perdió frente a la filosofía el rol de policía ético de la sociedad. Para ella, lo dice, no es más que una marca invisible que a nada la vincula, “una práctica que parte de una sombra/ un destino no elegido”. Y es en este destino no elegido que Ingrid Odgers vive hoy inmersa. Trabaja, estudia, experimenta con la palabra y permanece en un invisible juego de ajedrez donde la imaginación batalla por hacer un jaque mate a la poesía conservadora, que se caracteriza por una tradición lírica romántica, rasgando los moldes en que se ha enclaustrado la escritura femenina, para trasladarse en el vagón infinito e imprevisible de la poesía a la poesía de vanguardia sin apellidos. De este fragor da cuenta su nuevo proceso creativo donde la ironía y la locura se abrazan para dar forma a una poética singular. Siempre será el lector el que completará el acto de la escritura. Todos están invitados.

María Cristina Ogalde

escritora

Directora-Editora

Ediciones La Silla del BíoBío

Talcahuano, 14 de agosto 2008

Comentarios anteriores

REFERENCIAS CRÍTICAS

Incluye extractos

2006

1. POR EL POETA JUAN CAMERON

La espera y el deseo

El libro de Poemas “Memoria de un juego” de la escritora Ingrid Odgers Toloza

En el poemario la poeta Ingrid Odgers apuesta a una obra de género y propone la narración del deseo y de la espera, el furor del encuentro y el retorno a la ausencia natural del individuo. Sólo que, en este caso, la imagen esperada parece ser la de la palabra o la del motivo creador del texto artístico, escondida bajo una metáfora que considera tanto los aspectos del conocimiento, como la explícita cuestión del género. La palabra es un acto de amor, no cabe duda. Y el deseo por ella, nos lo dice Ingrid Odgers, se convierte en el oficio y el objetivo de la existencia. Preocupación constante en nuestros creadores -véase por ejemplo a Óscar Hahn en su Arte poética o al hiperbólico Gonzalo Rojas - en Ingrid deja una mancha transversal frente a la cual los objetos resultan una mera sucesión de nombres, nada más. Enumeración caótica, si se quiere, las cosas del mundo constituyen apenas el registro vivencial, las huellas sobre la arena que a través del tiempo permanecen, como simples sombras o cenizas, para dar cuenta nuestro paso: “árbol y hoja/ pandero y flauta/ todo sucumbe al tono y al ritmo”. Tal vez para medir el alcance de la palabra, en este mundo actual vaciada ya de significado, sea necesario volver a la filosofía, volver a pensar a través de ella. ¿Y cómo hacerlo si su lámpara fue extinguida y esa luz secreta apenas alcanza para algunos pocos elegidos? Para Ingrid el secreto no le es ajeno: “enamorada de los enigmas y del juego/ escudriño los rincones/ el guión parece real/ pero no tiene ninguna semejanza/ con la atmósfera que respiro”… En el claroscuro de su gabinete comprende que tal enumeración no es caótica por pertenecer, los sustantivos expuestos, a un orden distinto; sino por constituir el reflejo de este sin sentido. En definitiva, parece que la poesía perdió frente a la filosofía el rol de policía ético de la sociedad. Para ella, lo dice, no es más que una marca invisible que a nada la vincula, “una práctica que parte de una sombra/ un destino no elegido”. El hermoso Walter Benjamín, poco antes de su injusta partida y de habernos relatado la belleza de París a pesar de la ocupación, aclaraba: “el lenguaje de esta lámpara, por ejemplo, no comunica esta lámpara (pues la esencia espiritual de esta lámpara, en cuanto comunicable, no es en absoluto la lámpara misma), sino la lámpara-del-lenguaje, la lámpara-en-la-comunicación, la lámpara-en-la-expresión”. Nunca será en vano el esfuerzo de la poesía por rescatar la ubicación que tuvo, desde el canto y el pandero, en la casa de la Historia. Y nunca será en vano, tampoco, este magnífico intento de Ingrid Odgers por rescatar el oficio de la palabra desde la niebla y el abismo. El deseo, sabemos, germina desde la ausencia; y de aquella nace una vez más el deseo. La búsqueda de la palabra será su propio oficio y su utopía pues, sino, “este poema no tiene columna vertebral/ lo devoraron los trenes/ el ulular del viento (…) los álamos del hastío”. Vendrá, qué duda cabe, y se irá tal como se han ido los nombres de las cosas, el significado del sentido, con cuyas letras, ínfimos signos de esta palabra, se escribe también el término destino. Esta es la clave encerrada en la Memoria de un Juego. Será tarea del lector descubrirla una vez más.

2. De EN LAS FRÍAS RODILLAS DEL MUNDO

POR NICOLÁS MIQUEA CAñAS-SANTIAGO 2005

INGRID ODGERS EN LAS FRÍAS RODILLAS DEL MUNDO

¿Desde dónde escribe una mujer cuando escribe? Desde dónde habla y desde dónde, voluntaria o involuntariamente, debe callar. Y algo más importante aún: desde qué lugar es leída y desde dónde es escuchada. Si un libro, como éste de Ingrid Odgers, se plantea desde la cotidianeidad de la mujer, y su apreciación de género confrontado con los valores establecidos, resulta indudable que el problema más importante con el que se tocará es con el de territorialidad. El patriarcado no concede a la mujer más espacios que no sean los ya preestablecidos. Y uno de los espacios que jamás le ha concedido es el de la palabra. La mujer, entonces, no estaría ni antes ni después de la palabra. Ella sólo estaría inmersa en la realidad del lenguaje, una entidad que, dadas estas circunstancias, definitivamente no sería de su propiedad. Por eso es que respecto de la literatura, según palabras de la investigadora Adriana Valdés, “el papel ‘femenino’ por excelencia es el del silencio” (1). Su poesía devendría, entonces, como resultado de un discurso, naturalmente, instaurado desde mucho antes por quienes detentan el poder. Como un producto más de la repetición de los “viejos argumentos de estereotipos de género” (2). De allí la sumisión que se presupone, de partida, en los textos de la poesía escrita por mujeres y la ya insidiosa y reiterada pregunta: ¿se puede decir que exista una escritura femenina? Interrogante que no alude a lo sustancial de su obra: un “contenido experiencial de ciertas situaciones de vida que retratan la ‘autencidad’ de la condición-mujer”, sino a poner en duda su capacidad creadora de objetos artísticos, a través del lenguaje, como bien lo define Nelly Richard (3). Esta es, entonces, la carga adicional con la que parte la mujer que escriba un libro de poesía. No sólo debe luchar por encontrar un estilo adecuado a su proyecto de escritura, sino también debe luchar contra los ancestrales condicionamientos sociales que, bajo el plano de una dependencia y pasividad sociocultural, la relegan al silencio o a la mera repetición de los discursos ya hechos por los hombres.

Cuando nos aproximamos al torrente de poesía que fluye por las páginas del libro En las Frías Rodillas del Mundo, no podemos sino remitirnos, preliminarmente, a estos condicionamientos ancestrales. Ello es una cosa de honestidad ante un poemario que no tolera máscaras ni medias tintas. Estos poemas no son moneditas de oro para agradar a todo el mundo ni epigramas livianitos de sangre para intercambiar formalidades. Así como la poeta desnuda su ser a cada paso ante nosotros, sus lectores, lo menos que le debemos, quienes accedemos a abrir los ojos en su viaje por los tres momentos del libro, es ir hacia sus textos desprovistos de prejuicios y sin plantilla retórica alguna que encasille de antemano sus versos.

A partir de estas arbitrariedades, los territorios que reclama la hablante de En las Frías Rodillas del Mundo, o cualquier otro libro escrito por una mujer, en consecuencia, ya tendrían autor. Porque el amor ya lo tiene y suele ser sinónimo de El Cantar de los Cantares, de Bécquer, de Neruda, Eluard, Rojas, y siempre envuelto en una mirada masculina con su palabra y su sentimiento del mundo y su definición de la mujer. Ya que según nos acota nuevamente Adriana Valdés, la mujer, desde una mirada masculina, no hace poesía, sino que ella es poesía (4). Nos puede bastar para ello recordar la conocida rima de Bécquer que concluye con el verso: poesía eres tú. Existe un Verbo que desde el principio de los tiempos ya tiene nombre masculino. De allí que desde la primera vanguardia, gestada a partir de los años veinte (Neruda, Huidobro, De Rokha), hasta nuestros días, la historia de la poesía chilena se considere oficio hombres. ¿Y dónde ubicamos a Gabriela Mistral? ¿Se puede, en su caso, hablar de una escritura femenina? ¿O fue una travesti que escribía como los hombres, pero los superó en su propio terreno? Si su poesía no tiene algo propio, sólo inherente a su género, si no es considerada la fundadora de ismo alguno, ¿cómo se explica, entonces, que no se halla quedado anclada en el modernismo rubendariano, como por lo demás lo hicieron la mayoría de sus compañeros de generación? Es que, indudablemente, hubo en ella algo más. Un algo más que encarna lo otro dentro de la poesía chilena, pero no en referencia a la escritura y manifiestos vanguardistas de los Neruda o los Huidobro de turno; sino en relación a sí misma, porque en el decir de Simone de Beauvoir, refiriéndose al tema de la mujer, “por un privilegio único, ella es una conciencia” (5), un ser creador pleno capaz de crear sus propios caminos. Pero, en realidad, no sólo hubo un algo más en Gabriela Mistral, sino que también como ella hubo muchas más. Y entre ellas la poeta Winnét de Rokha y Teresa Wilms y María Luisa Bombal. Por eso, en el caso del libro que hoy nos convoca, En las Frías Rodillas del Mundo, la poeta Ingrid Odgers es una voz que reclama sus propios temas: no el amor ya cantado, sino lo materialmente femenino y sus opciones sociales y sexuales. No la palabra (ya dicha), sino el lenguaje en su totalidad como objeto que le entrega la posibilidad de un habla particular y a su medida. No los sentimientos (ya definidos por la palabra de un Adán vertical y totalizante), sino la conciencia de sí misma y una mirada crítica sobre la de los demás. O dicho de otro modo, se trata de subvertir, perturbar el modelo establecido por la poesía masculina y de desafiar a una sociedad evidentemente patriarcal oponiéndole una cosmovisión femenina. Así es como la poesía de En las Frías Rodillas del Mundo abre y explora sus propios territorios, sin sujeción ni delimitación alguna de las habituales y amables zonas de rebeldía socialmente permitidas a la poesía escrita por mujeres.

El aquí y el allá de esta escritura se mueve a través de un marco que se extiende y entrecruza lo público con lo privado. Entre aquello que habitualmente no se dice y se guarda dentro del cálido entorno familiar y la denuncia de lo que, a menudo, dócilmente se acepta como el ordenamiento de una moralidad hecha a la medida de quienes la rigen . Por eso es que aquí la poeta Ingrid Odgers no busca ni mantiene complicidades con la preservación de estructura cultural alguna. Sólo es fiel a sí misma y en palabras de la misma hablante de sus poemas ella viene a ser el resultado de “la furiosa marea que me toca vivir”. Lo puramente privado, sobre todo el mundo de la infancia de quien conduce el hilo poético en el libro, se evidencia, fundamentalmente, en El Dolor, que es la primera sección del libro No obstante pese a que alguna vez dice haber tomado “la sopa delicia de mi madre” (poema Tazas Vacías) ya está latente, desde entonces, el germen de las múltiples trizaduras de esta viajera inclaudicable por los más recónditos pliegues de su conciencia. Pero la ruptura y el dolor serán aún mayor que lo previsible, porque hay momentos en que se reúnen en un solo poema tiempos y espacios, cronológicamente distantes (pero síquicamente mezclados en la angustia), porque la poeta no nos está hablando ya sólo de la fractura de su infancia, sino que del quiebre de las relaciones al interior de la familia que ella, ya en su adultez, había logrado establecer. Así el momento poético conlleva un doble sufrimiento y de este modo lo evidencia cuando escribe: “El huerto se derrumbó/ el silabario del amor filial/ los hijos crecieron/ la magia desapareció en el motor del tiempo” (poema Trizadura).

En la primera parte del libro, El Dolor, formalmente se privilegia lo enunciativo, un decir que más que nada rememora, que vuelve a pasar por el corazón muchos de los episodios que, posteriormente, desencadenaran en El Temporal (segunda parte del libro), el choque emocional que hará predominar lo apostrófico por sobre lo descriptivo. Es una sección del libro de índole esencialmente contestataria, ante la hipocresía y dobles estándares de nuestra sociedad, donde la hablante asume, contra viento y marea, ardientemente sus opciones de vida. Primero, como mujer, y, luego, como poeta. Siempre de la mano de unos cuantos de sus íconos literarios más cercanos (Rimbaud, Cernuda, Mistral, Lihn, Rojas, Lemebel), Así lo dice en el texto Divorcio donde da cuenta de una verdadera poética, en que se entremezclan vida y poesía, a través de los siguientes versos: “... la libertad adquirida/a punta de lanza y palabra”.

Los momentos más relevantes, a nuestro entender, de la segunda parte de este trabajo están marcados por los poemas, El Temporal y Capítulo Cerrado. Pese a que no son poemas correlativos ni es éste el orden en que aparecen en el libro, creemos que el primero marca el clímax de la devastación interior y la voluntad de la poeta de asumir su situación de proscripción cuando nos revela: “Alguien robó mi corazón/y estoy proscrita/devorada por los tábanos/han venido a lapidar mi vereda”. Y luego desde el poema Capítulo Cerrado, texto (a nuestro entender) eje del libro, se irradian los efectos y definiciones de las objetividades representadas, a través del canto, tanto hacia la primera sección de En las Frías Rodillas del Mundo, como hacia la parte final, La Resurrección, donde dice: La belleza se ensancha en mil lágrimas/ Se abre la caja de Pandora/ es posible reencontrar la paz musitamos”. Asentando con esto que es en la poesía donde la poeta Ingrid Odgers posee sus mayores fortalezas y las dimensiones más consecuentes y productivas de su ser. Ese ser que afronta la responsabilidad de abrir la caja de Pandora, no para guardar o callar las consecuencias de sus actos o los misterios que de ella emerjan, sino para compartirlos (en sus dichas y desdichas), aunque sea en susurros, con otros tantos más que, al igual que las múltiples voces de Ingrid Odgers, viven en la eterna lucha por preservar el derecho a la esperanza.

Cuando en la parte final del libro, La Resurrección, la hablante dice: “La poesía se ha apropiado de mí./Y nace y muere y renace”. Perfectamente, podríamos nosotros, sus lectores, invertir estos versos de su libro y decir que es Ingrid Odgers quien se ha apropiado de la poesía. Y ya la tiene en territorio propio. Podemos decir, y con regocijo, que es Ingrid Odgers quien nace, muere y renace. Porque en estos tiempos ya no se podría hablar de poesía por la poesía ni del su sacrificio de ésta en aras de la pura realidad. El equilibrio, podemos advertir, se da entre los términos de que todo autor tiene su ficción, pero, a su vez, toda ficción tiene su biografía. Lo cual viene a ser el estilo y la verdad que conviven en un libro. Es la proporción que lo hace un objeto artístico único, pero sin dejar de ser la cifra que representa toda una vida: la de aquella poeta que lo escribió y que, a menudo, resultó ser una extraña en el devenir de su propia historia, una viajera del desamor y la poesía, como lo dice en el texto Paralelo, en que podemos leer estos hermosos versos: “Forastera del tiempo/peregrina del canto/descifro los signos”. Es la poeta Ingrid Odgers, a contracorriente, desarticulando y reconstruyendo las diversas maneras en que imaginamos nuestro acontecer y nos soñamos a nosotros mismos.

Nicolás Humberto Miquea-Cañas

PREMIO MUNICIPAL DE LITERATURA

SANTIAGO 2005

(1) Valdés, Adriana: Composición de Lugar (escritos sobre cultura), Editorial Universitaria, primera edición, Stgo., 1996.

(2) Esisler, Riane: Placer Sagrado, volumen 2, Editorial Cuatro Vientos, Stgo., 1998.

(3) Richard, Nelly: Masculino/Femenino, Francisco Zegers editor,

Stgo., 1993

(4) Valdés, Adriana: misma obra citada.

(5) De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo, Editorial Sudamericana,

Bs. Aires, 1999.

3. Domingo, agosto 20, 2006

ARTICULO DIARIO "EL SUR" de Concepción

Concepción, Chile, jueves 15 de junio de 2006

DIARIO EL SUR

Ingrid Odgers

Poesía descarnada

con aroma de mujer

Poesía directa, fuerte y con una potente impronta feminista es lo que consigue la escritora Ingrid Odgers Toloza en su más reciente libro titulado “En las frías rodillas del mundo”, publicación que será lanzada hoy, a las 19 horas, en el Café Literario de la Alianza Francesa (Colo-Colo 1) La a actividad contará con la presencia del poeta Nicolás Miquea Cañas, Premio Municipal de Literatura 2005, quien elogió la osadía de la obra de Odgers señalando que “no tolera máscaras ni medias tintas. Estos poemas no son moneditas de oro para agradar a todo el mundo, ni epigramas livianitos de sangre para intercambiar formalidades.” Se trata del duodécimo texto escrito por Odgers y editado por la editorial La Silla. Entre sus logros anteriores está el Premio Consejo del libro 2002 por el proyecto Cyberliteratura desde el BíoBío, el primer lugar en el Tercer Concurso Nacional de Poesía y Cuento Magoeditores 2005, una invitación al Encuentro Mundial de Poetas Mujeres en Oaxaca, México y la dirección del Sindicato Regional de Escritores del Biobío.

Además ha sido invitada a distintas Ferias del Libro y citada en antologías y estudios literarios. Respecto al texto que incluye 30 poemas extensos, Odgers comentó que su temática es “la cosmovisión femenina, la mujer enfrentada al sistema establecido con la voz de su cotidianeidad. Se trata de una escritura bastante agresiva que intenta romper con el silencio milenario al que ha estado sometida”.

“Este trabajo nació de la experiencia del dejar fluir de la conciencia, lo que se conoce como escritura automática.”, dijo la poeta, quien manifestó su preferencia por autores masculinos como Enrique Lihn, Arthur Rimbaud, por Gabriela Mistral y Alejandra Pizarnik.

2006 Todos los derechos reservados para Diario El Sur S.A.

4. ARTÍCULO REVISTA ARTEMISA-SEPTIEMBRE 2006

En una conferencia un poeta manifestó que “la poesía colabora con el conocimiento humano, de lo que somos en nuestra esencia íntima”, algo relevante si tomamos en cuenta que la ciencia tiene serios límites para este cometido. Si efectivamente el poeta realiza una y otra vez el intento de zambullirse dentro de sí mismo, rescatando de su existencia los dolores y vicisitudes que lleva a cuestas y como un alquimista de las palabras elabora y fragua ayudado por su intuición, en ese cofre que es la memoria, su trabajo poético y en lugar de dejarlo guardado, lo ofrece a la comunidad, como un aporte que marca nuevos atisbos humanos y de género, es indispensable presentar a la prolífica escritora y poeta Ingrid Odgers.

Aída Esther Mora-Directora Revista Artemisa-Arte y Literatura del Bío-Bío.

  1. Acerca del libro NÁUFRAGOS EN LA CIUDAD

La poeta Ingrid Odgers Toloza asume los riesgos que una poesía con grandes precursores involucra. Afronta y sale limpiamente de la prueba, su poesía es dramática, desolada, agresiva, expresión de un mundo y una ciudad que se devora a sí misma. Jaime Valdivieso

6. Acerca de COPA DE INVIERNO:

“...Revelador conjunto de poemas en el que la palabra va extendiendo su significante así como su intensidad. Su copa se va llenando de un néctar altamente sensual, sin carecer por ello de un dejo solitario evocativo. En este desdoblamiento surge “ser mujer”, la valentía de llevar un dolor en solitario, una sensación de extranjera en su propio territorio.....” Alejandra Ziebrecht -Poeta

7. Sobre LA EXTRAÑA BARCA DEL OLVIDO:

La poeta Ingrid Odgers contempla la airosa convicción del escribiente como una modulación que se escapa a las tinieblas. Desentrañar del recuerdo el raro hilo de la infinitud y de la cordura, fue como darle al entendimiento, la puerta para el artificio de las formas, la terapia de lo inconcluso, de lo jamás infundado. Ahí se ha de quedar en “La extraña barca del olvido” como un bizarro lamento nocturno en las fauces de la enajenación. Alan Muñoz –Ediciones Antros

8. De ÁNGEL DORMIDO:

“Los poemas de Ingrid Odgers Toloza, caen lentamente tocando todos los rincones con una suavidad que incita a internarse en un viaje por la geografía de sus versos, dejando la invitación abierta a un ambiente íntimo y delicado. Desde su vuelo angelical se detiene en cada una de las partes del cuerpo que reaccionan ante el amor. La visión lúcida de este juego, nos lleva a sentir las emociones expresadas...” Ediciones Etcétera-Vicente García

9. De BAJOPIEL Se llega a la poesía de Ingrid Odgers no como a su materia de objeto, sino como a algo sublimal, tan intangible, dolorosamente, pero a la vez, palpando, rozando el deleite en un encuentro imaginado o quizás real, no lo sabemos; pero ahí está, delicadamente dicho en un juego sutilmente expresado que nos hace internarnos bajopiel , en silencio, sin darnos cuenta en su “marea del amor/entre las voces de la noche...” Celebramos éste su segundo trabajo literario en frecuencias de piel, donde nos entrega parte de su llama interna. Gladys Salamanca Valeria -Sech

10. De LA LLAVE DE LA OTRA HISTORIA “...La llave de la otra historia, en su lúcido canto aparece como una inscripción definitiva, testimonio que quiere escriturar la existencia de paraísos diluidos en canto, relámpagos que expanden su eco de ola sideral, golpe a golpe, cuerpo a cuerpo, renacimiento.” Esmeralda Mora Luviano-Poeta-México-2004

Acerca del libro Náufragos en la ciudad

de Ingrid Elizabeth Odgers.

Octavio Paz en un breve y consistente artículo se refiere a la ciudad contemporánea como símbolo de la modernidad. Ciudad, espacio, conjunto de vidas que puede ser maléfico y opresivo como lo vio Baudelaire, o estímulo de fuerzas vitales y utopía de la democracia como la condideró Walt Whitman. En todo caso la ciudad moderna ha sido objeto de interés de los mejores poetas del siglo veinte como es el caso de T.S Elliot, en Inglaterra y Villiam Carlos Williams en Estados Unidos.

La poeta Ingrid Elizabeth Odgers parece recoger esta herencia en forma consciente o si quererlo, pero asumiendo los riesgos que una poesía con grandes precursores involucra. Sin embargo ella lo afronta y sale limpiamente de la prueba, su poesía es dramática, desolada, agresiva, expresión de un mundo y una ciudad que se devora a sí misma. Poesía y a la vez documento desgarrado de una época, momentáneamente sin alternativas, callejón si salida del hombre contemporáneo que busca en el alcohol, en el sexo y el consumo el posible paliativo de una vida sin sentido.

Jaime Valdivieso B.